sábado, 26 de julio de 2014

Tarjeta roja a la igualdad



Una jugadora del Rayo Vallecano durante un entrenamiento. / EDP

Salir de viaje a las tres de la madrugada. Recorrer 600 kilómetros en autobús para disputar un partido en Huelva. Jugar los 90 minutos en el campo. Luego volver a Madrid. En un mismo día. Una verdadera paliza. Pero no solo es un sacrificio físico, sino también económico. Se las tienen que apañar sin cobrar un solo céntimo. Son las condiciones que impuso el Rayo Vallecano a sus 21 jugadoras debido a recortes del presupuesto. Su situación es similar a la de la mayoría de futbolistas españolas: entrenan, juegan y se entregan como profesionales, pero ante la ley son solo aficionadas.
Hoy solo hay 47 futbolistas reconocidas como profesionales en España, un título que para fines prácticos no cambia en nada su situación. En su ficha dice PRF (Profesional Femenino), pero es solo un nombre simbólico. El artículo 24 del reglamento que desde 1991 regula las federaciones deportivas dice: "No podrá existir más que una liga profesional por cada modalidad deportiva y sexo en el ámbito estatal". Al haber una liga masculina de fútbol profesional, se anula la posibilidad de que exista una femenina.
En la temporada 2012-2013, la Real Federación Española de Fútbol(RFEF) tenía registradas 28.154 licencias para mujeres, entre profesionales, aficionadas, juveniles, cadetes, infantiles y otras. Entonces solo 25 tenían PRF en su tarjeta deportiva y 22 de ellas pertenecían a la Real Sociedad. La última temporada se sumó otro equipo, el Athletic de Bilbao. Son una minoría si se compara con las más de 2.000 licencias profesionales que la federación otorgó a los hombres en el mismo período.
Alicia Gómez, de 27 años, es la portera y capitana del Rayo Vallecano. Fue la primera en denunciar la situación que enfrenta el equipo, después de que los directivos del club anunciaran un recorte al ya "pequeño presupuesto". "Si reducen los fondos quiere decir que todas las jugadoras y todo el cuerpo técnico cobrarán cero euros por realizar su trabajo", resalta.
No son las únicas que afrontan estos problemas. Pero sí que lo dicen abiertamente. El resto prefiere fijarse en los aspectos positivos de su equipo. "No tenemos nada de qué quejarnos. En el Atlético de Madridnos tratan bien. Hay clubes que no valoran tanto a sus futbolistas", afirma la delantera Amanda Sampedro, de 21 años. Ella, sin embargo, no puede vivir del fútbol. Tiene un segundo trabajo —es entrenadora del equipo benjamín de los rojiblancos— para llegar a fin de mes.
El sueldo medio de una futbolista profesional ronda los 1.000 euros, pero depende de varios factores: quién es la jugadora, si es internacional y sobre todo de la valoración que su equipo le dé.
El despacho de María José López está en un quinto piso, en el centro de Madrid. Es abogada experta en derecho deportivo y secretaria general de la Asociación Española de Jugadoras de Fútbol. La letrada no entiende por qué las autoridades no modifican la norma. Defiende que el deporte se basa en valores como la igualdad y la no discriminación. "Todos los ciudadanos valemos igual y tenemos los mismos derechos", asegura.
Una jugadora del Rayo Vallecano hace una chilena en un entrenamiento. / EDP

Algunas jugadoras confunden los acuerdos con contratos laborales. No saben qué tipo de licencia tienen o qué pasará con ellas si se quedan embarazadas o se lesionan de gravedad. Lo que sí tienen claro es que muchas no cotizan a la seguridad social, no tienen derecho al paro y que vivir del fútbol es casi imposible.
"Una jugadora que tiene que dejar el fútbol con 30 años y que no ha trabajado en nada más, saldrá al mundo con las manos vacías, sin cotización y sin derechos", añade la abogada.
En 2009 la Asociación Española de Jugadoras de Fútbol pidió al Gobierno una licencia profesional que hasta entonces no existía para las mujeres. El fin era otorgarles a las futbolistas las mismas garantías que tienen los hombres y presionar a los clubes a firmar contratos laborales con ellas. Esperaban que ese fuera el primer paso para modificar la norma de 1991 y crear una liga femenina profesional. Pero no fue así. Lo admite López, la principal impulsora de esta iniciativa. Y sin liga profesional, cada equipo decide si contrata a sus jugadoras o no.
López sabe de primera mano que los equipos no están obligados a mejorar las ofertas laborales, ni a firmar convenios colectivos con las futbolistas. Sin contratos los clubes tampoco responden por rupturas unilaterales, horarios, vacaciones o suspensión de los acuerdos. La letrada añade que sin patronal no pueden formar un sindicato para reclamar por los impagos.
Este no es un problema para Iraia Iturregi, jugadora con ficha profesional. A los 21 años la fichó elFlorida State University, en Estados Unidos, donde firmó su primer contrato profesional. La hoy lateral izquierda del Athletic de Bilbao tiene 29 años y corre detrás de una pelota desde que tiene memoria. Con más de 100 partidos jugados en el club vasco, Iturregi afirma que es una "enferma del balón".
Las jugadoras admiten que el deporte rey vive un cambio lento y silencioso y tarde o temprano la federación terminará aceptando que ellas son profesionales. Son las ocho y media de la tarde en el Campo 3 de la ciudad deportiva del Rayo Vallecano. El equipo femenino finaliza su último entrenamiento antes de salir de vacaciones. Los balones van y vienen. Las chicas patean con fuerza, la misma con la que luchan para mantener vivo a su equipo. Ese al que tanto cariño le dieron. Ese que ya no les paga y que la siguiente temporada podría llegar a desaparecer.
Fuente: http://elpais.com/elpais


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