Un partido entre el Athletic y el Levante. / ATHLETIC DE BILBAO |
La caída de Ignacio Quereda abrió el camino. Tras 27 años como seleccionador y jefe absoluto del fútbol femenino español, la revolución de las jugadoras, exjugadoras, internacionales y aficionadas culminó en su dimisión y el advenimiento de una nueva era.
“El primero que ha apostado por un cambio es la federación con el cambio de seleccionador”, opina Lola Romero, presidenta del Atlético de Madrid féminas. “El cambio era necesario y el revuelo indicó que hay una insatisfacción, que queremos más. Ha abierto los ojos a mucha gente", añade Vero Boquete, líder indiscutible de la revolución contra Quereda, capitana de la selección española y mediapunta del Bayern de Múnich.
Fue el punto de inflexión de lo que puede convertirse en la profesionalización tan ansiada por este deporte. El miércoles, la LFP presentó un proyecto para dotar de estructura al fútbol femenino. Comunicó la creación de una asociación de clubes para antes de final de octubre y prometió una inversión de al menos un millón de euros. El anuncio se realizó en la sede de la Liga de Fútbol Profesional con todos los honores. Lo hizo el propio Javier Tebas, presidente del organismo, en un acto sin precedentes en el fútbol femenino, con representantes de clubes, medios de comunicación y expertos. La federación española no acudió pese a ser invitada.
“Entramos en la sede de la liga en 2015 y salimos en 2025. Hemos avanzado 10 años en una jornada. Tebas sabe que nuestro problema es el dinero”, añade Romero, que asistió a la reunión. Ese día se dibujó una hoja de ruta. Se colocó a Pedro Malabia, antiguo director general de Valencia CF Women, para pilotar en exclusiva esta área que recibirá el apoyo económico de la Liga y que buscará la explotación comercial y audiovisual. “Después del Mundial la gente se ha dado cuenta de que el futbol femenino es un mercado sin explotar”, añade Boquete.
La temporada pasada, el fútbol femenino apenas contaba con alrededor de 30.000 licencias —una cifra inferior a la temporada anterior— , y solo 48 licencias profesionales. Pero, ¿qué es ser profesional? “Que tu profesión sea jugar al fútbol”, responde Vero Boquete. En España, casi ninguna jugadora puede permitirse eso. Clubes como el Atlético tienen ya a todas sus jugadoras con contratos profesionales, cotizando, aunque no puedan vivir de ello exclusivamente. En muchos casos la existencia de ese contrato no conlleva que la licencia sea profesional, porque eso encarece la ficha.
En el Rayo, por ejemplo, la situación es más precaria, aunque también se están haciendo contratos. “La sensación es que algo se está moviendo. Pero llevo en esto 30 años en esto y me falta siempre que concreten”, añade al debate Laura Torvisco, entrenadora del Rayo femenino. “El femenino, vamos a ser conscientes, no genera dinero. Necesitamos ayudas para equiparar nuestra profesión a la de los hombres”, añade. “Con la exigencia de querer ser profesional no se puede entrar como un elefante en una cacharrería. Hay equipos que han etado en la élite y luego desaparecieron. El Sabadell ya no está en Primera y ha sido muy importante, el Atlético Villa de Madrid ganó en su tiempo ligas y copas y ya no existe”.
Hay quien ve incompatible que existan fichas profesionales y no una liga profesional. De momento, la LFP no ha dicho que su intención sea organizar la Liga femenina. El organismo solo tiene competencias para albergar Primera y Segunda, el resto del fútbol masculino y todo el femenino, al no ser profesional, depende en exclusiva de la Federación. El organismo que preside Villar anunció la creación de una Superliga femenina con estructura propia. Hasta ahora carecía de esa entidad y dependía de un comité federativo. Tras el anuncio en paralelo de la Liga, algunos temen que este sea un nuevo capítulo en el enfrentamiento entre Tebas y Villar. “Lo idóneo es que todos fuésemos de la mano”, opina Boquete.
El camino del fútbol femenino tiene muchas aristas y es largo. Hace años, por ejemplo, era impensable que el videojuego más importante de fútbol permitiera elegir a selecciones femeninas. “Nos han igualado más en los videojuegos que en vida en real”, ironiza Torvisco.
Fuente: http://deportes.elpais.com
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