Blanca Romero, doctora de Ciencias de la Actividad Física y del Deporte, analiza para FutFem las causas y explica qué es.
Son muchos los nombres que a lo largo de esta temporada están sufriendo esta lesión, esta temporada: Chini, Rivi, Claudia, Patri Mascaró, Irune Murua, Leire Landa (en final de copa el año pasado), Eztitzen Merino, Miriam Diéguez... y esta lista se suma a las de la temporada pasada: Ana Buceta, Andrea Esteban, Mariví Simó, Silvia Meseguer, Julia Rebollo, Amaia Olabarrieta, Nerea Gabirondo, Silvia Fernández, Maialen Zelaia...
El objetivo de este texto es informar acerca de la epidemiología de esta lesión, cuáles pueden ser los factores predisponentes y sobre todo concienciar a las jugadoras y técnicos de la importancia del trabajo preventivo.
De forma general, los ligamentos que confieren estabilidad a la rodilla son cuatro: el ligamento colateral medial o ligamento lateral interno que se encuentra en la parte interna de la rodilla, el ligamento colateral lateral que se encuentra en la parte externa de la rodilla. Estos ligamentos dan estabilidad para los movimientos que se dan de lado a lado, los movimientos laterales. En el centro de la articulación femorotibial se cruzan dos ligamentos, el cruzado anterior (LCA) y el cruzado posterior (LCP), el LCA evita que la tibia se desplace hacia delante cuando aterrizamos de un salto, deceleramos o hacemos cambios de dirección. Un estudio epidemiológico que analiza los principales mecanismos de lesión de LCA muestra que el 53% se produjeron realizando un cambio de dirección al lado de la rodilla lesionada (10% realizando también cambio dirección pero al lado contrario), y el 26% aterrizando, tras realizar un golpeo de cabeza. Pero quizás los datos más relevantes de este estudio es que en todos los casos, el pie, en el momento de la lesión se encontraba en contacto con el suelo y en el 90% de las lesiones de LCA, se produjeron sin contacto con otro jugador (57% en contacto con balón pero no con otro jugador y 39% sin contacto con balón ni con otro jugador). Revisando otro estudio epidemiológico nos muestra que el ratio de lesión LCA es mayor en la práctica de fútbol frente a otros deportes como baloncesto, voleibol, etc. y mayor incidencia en mujeres que en hombres.
¿Cuáles son los factores de riesgo que predisponen a una jugadora a sufrir esta lesión?
En cualquier lesión, el mayor factor de riesgo es haber tenido una lesión previa (recidiva), otro de los factores que aumentan el riesgo de lesión es la fatiga muscular, a medida que avanza un partido aumenta el cansancio y disminuye el control motor, es decir, la capacidad que tiene nuestro sistema nervioso de activar adecuadamente la musculatura para realizar los movimientos y estabilizar correctamente las articulaciones. Otros factores como el terreno, las condiciones ambientales y las botas también pueden influir en aumentar o disminuir el riesgo de lesión. Varios estudios han mostrado que el césped artificial de nueva generación tiene un 50% menos de lesiones de LCA que el césped natural, en cuanto a las botas los tacos más largos y con forma alargada tienen mayor índice de lesión con respecto al taco redondo por el aumento de la tracción sobre el terreno. Dentro de los factores de riesgo que predisponen a que las mujeres padezcan más esta lesión que los hombres encontramos los siguientes:
A nivel anatómico, las mujeres presentan:
- Mayor ángulo Q (es el ángulo agudo formado por las líneas que unen la espina iliaca anterosuperior con el centro de la rótula y el centro de esta con la tuberosidad tibial).
- Mayor valgo de rodilla.
- Hay mayor índice de pie pronador, lo que acentúa los factores anteriores.
- El LCA de las mujeres es más pequeño en longitud y tiene menor sección transversal que en hombres.
- El LCA de las mujeres es menos rígido debido a que tiene menor porcentaje de fibras de colágeno que en hombres.
- Los días previos a la menstruación, las hormonas aumentan la laxitud ligamentosa, lo que reduce la estabilidad pasiva articular.
A nivel neuromuscular:
- Las mujeres tienen un patrón de activación muscular diferente en la recepción de un salto. Según un estudio donde compara la biomecánica de un salto en niños y niñas antes y después de la maduración sexual, muestra que las mujeres tras su desarrollo aterrizan de un salto amortiguando menos, es decir, menor flexión de cadera y rodilla con rotación interna y por tanto, aumento del valgo de rodilla lo que supone mayor estrés en la articulación de la rodilla y en el LCA. Además, en comparación con los hombres, en las mujeres hay una contracción predominante del cuádriceps respecto a la musculatura isquiosural (agonista o protectora del LCA) en el aterrizaje del salto y en las frenadas (movimientos excéntricos), lo que aumenta el riesgo de lesión del LCA al producir un desplazamiento anterior de la tibia.
Como vemos anteriormente, son muchos los factores que predisponen a una mujer futbolista a sufrir la temida lesión de LCA, la cual causa un periodo largo de baja deportiva y sobre todo el miedo o la incertidumbre de si la jugadora volverá a alcanzar su máximo nivel competitivo. En referencia a esto, varios estudios señalan que el éxito de la cirugía para la rehabilitación de esta lesión está entre el 90-95% a los 6 meses de media tras la intervención quirúrgica, sin embargo, hay más factores que determinan que la jugadora vuelva a niveles competitivos previos y uno de los más importantes es la recuperación psicológica, sobre todo, eliminar el miedo a poder rompértelo de nuevo.
Por todo esto, tiene crucial importancia realizar un correcto trabajo preventivo, dirigido al aumento de la fuerza (cualidad física básica más importante a trabajar en el fútbol) que confiere estabilidad a las articulaciones, así como un buen trabajo de control motor que determina que el sistema nervioso capte rápidamente la información de los receptores articulares que informan de la posición (esa maravillosa propiocepción) y activa adecuadamente la musculatura que evita el mecanismo lesional a medida que la fatiga aumenta con la competición.
No tengo duda de que la mayoría de los equipos de Primera División femenina realizan un gran trabajo preventivo y físico para la mejora de su rendimiento y disminución del riesgo de lesiones, pero es consciente la jugadora de por qué tiene que aumentar sus niveles de fuerza, por qué ha de realizar correctamente la técnica en los ejercicios, para qué sirve ponerse encima de un bosu y hacer equilibrios a una pierna, etc. Saber el por qué se hace algo aumenta el éxito de para qué se realiza el ejercicio, saber la significatividad y la transferencia de los ejercicios de entrenamiento es fundamental, y esto crea conciencia a la jugadora de por qué y cómo debe cuidarse para alargar su vida deportiva y así también, aumentar su rendimiento.
Finalmente, siempre he pensado que la prevención de lesiones y la preparación física no abarca solo el plano físico o condicional, sino que también abarca lo cognitivo de gran manera, por ello, debemos poner “cabeza” a lo que hacemos y aprender-enseñar el significado y la importancia de este trabajo.
Blanca Romero Moraleda
Dra. Ciencias de la Actividad Física y del Deporte
Fuente: http://www.futfem.com/
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